El anciano al amado Gayo, a quien yo amo en verdad. Amado, ruego que seas prosperado en todo así como prospera tu alma, y que tengas buena salud.
3 JUAN 1:1-2
La Biblia enseña que en el Antiguo Testamento Dios le dio leyes a Israel para que no hubiera pobreza en el pueblo; por ello, por ejemplo, estableció que cada cincuenta años se tenían que perdonar todas las deudas y liberar a los israelitas de la servidumbre (Lv. 25:10-55).
Adicionalmente en el Nuevo Testamento leemos que el Señor Jesús vino para que tengamos vida y para que tengamos abundancia (Jn. 10:10); asimismo leemos que hay un deseo apostólico para que el cristiano sea prosperado en todo así como prospera su alma (3 Jn. 1:2).
A pesar de los buenos propósitos y planes de Dios, Israel tuvo enemigos como los madianitas y amalecitas que periódicamente lo atacaron y se dedicaron a causarle pobreza (Jue. 6:1-6).
También vemos que a pesar de que Israel milagrosamente regresó de la cautividad de Babilonia y de que eran personas laboriosas y diligentes estaban empobrecidos (Hag. 1:5-6; 9-11) porque el Templo estaba en ruinas (Hag. 1:8).
Además leemos en Malaquías que, una vez más, Israel estaba empobrecido porque la potestad el Devorador los estaba atacando porque no diezmaban al Señor (Mal. 3:11).
Asimismo se podría hacer un recorrido a través de la Biblia para analizar cada una de las cosas que empobrecieron a Israel y que ahora también están empobreciendo al pueblo de Dios, porque todo lo que le sucedió a Israel quedó escrito para la enseñanza de la iglesia (Ro. 15:4; 1 Co. 10:6-11).
La palabra “combatir” significa: Atacar, reprimir, refrenar un mal o un daño, oponerse a su difusión.[1]
En el libro de Proverbios el rey Salomón explica o menciona una lista de actitudes, acciones y situaciones que provocan pobreza; y que ahora cada cristiano debe de frenarlas y combatirlas personal y familiarmente hasta destruirlas de sí mismos para alcanzar y disfrutar de la prosperidad de su alma.
Veamos algunos aspectos de los problemas que menciona Salomón:
No ames el sueño, porque no te empobrezcas; abre tus ojos, y te hartarás de pan. (Pr. 20:13 RV-1909)
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir1? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño2? Un poco de sueño6, un poco de dormitar3, y cruzar por un poco las manos para reposo5: Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre de escudo. (Pr. 6:9-11)
El caso de Sansón y muchos otros más muestran que amar el dormir y el sueño pueden estar relacionados con pecados sexuales (Gn. 19:4, 32-35; 1 S. 13:6-14); y ambos conducen a la pobreza y a la destrucción de la persona.
Dormirse también le pude provocar daños, incluso irreparables, al espíritu, alma y cuerpo de los miembros de la familia.
En este caso vemos que cuando los padres de familia se duermen le pueden causar la muerte a sus hijos (1 R. 3:19-20).
Los pensamientos del solícito ciertamente van á abundancia; mas todo presuroso, indefectiblemente á pobreza. (Pr. 21:5 RV-1909)
Los planes del diligente ciertamente tienden a la abundancia, pero todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. (Pr. 21:5 RV-1995)
Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. (Pr. 21:5 RV-1960)
The deuises of one that is diligent, bring plenteousnesse: but he that is vnaduised, commeth vnto pouertie. (Pr. 21:5 The Bishop’s Bible 1568 - TBB)
Y los cuadrilleros los apremiaban, diciendo: Acabad vuestra obra, la tarea del día en su día, como cuando se os daba paja. (Ex. 5:13 RV-1909)
Estas personas también corren el peligro de tener pies presurosos, pero no para caminar con Dios ni para trabajar, sino para pecar y por eso sus pies los conducen hacia la pobreza.
Hombre necesitado será el que ama el deleite: Y el que ama el vino y ungüentos no enriquecerá. (Pr. 21:17 RV-1909)
Otro de los problemas que también conduce a las personas a padecer necesidad, penuria y pobreza es el amor a las bebidas embriagantes.
Entonces los príncipes de los Filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio á Dagón su dios, y para alegrarse11 […] (Jue. 16:23 RV-1909)
La necedad es alegría11 al falto de entendimiento […] (Pr. 15:21
La penuria también llega cuando el corazón de las personas está en la casa del placer11; es decir que su corazón aman habitar, vivir u ocuparse y gastar lo que tienen en lo que de una forma u otra les produce placer.
A pesar de que la persona se dedica a procurar su propio placer al final de cuentas su corazón queda insatisfecho e incluso con dolor; y eso los empuja hacia un círculo vicioso en el que profundizan o buscan nuevas cosas que les produzca más placer.
El que oprime al pobre para aumentarse él, y que da al rico, ciertamente será pobre. (Pr. 22:16 RV-1909)
El que oprime al pobre1 para aumentar sus ganancias, o que da al rico, ciertamente se empobrecerá. (Pr. 22:16 RV-1960)
El que para enriquecerse explota al pobre o da al rico, ciertamente vendrá a pobreza. (Pr. 22:16 RVA)
Asimismo las personas que se dedican a explotar u oprimir a los afligidos, desvalidos, débiles, indigentes o menesterosos para darle a los ricos van camino a la pobreza.
Porque el bebedor y el comilón empobrecerán: Y el sueño hará vestir vestidos rotos. (Pr. 23:21 RV-1909)
Son personas similares a las que aman los deleites, porque aman emborracharse y por ello beben hasta saciarse.
Hay otros que no beben bebidas embriagantes, pero puede ser que malgasten sus bienes bebiendo hasta quedar satisfechos.
En algunos casos son personas con actitud de necedad, rebeldía y desobediencia que no aportan para la casa sino que malgastan los bienes familiares (Dt. 21:20).
Estas personas en su desenfreno se embriagan pensando de que el siguiente día será tan "bueno" o "mejor" como el que están terminando (Is. 56:12), pero además serán destruidos (Nah. 1:10).
Estas personas tienen características como las siguientes:
[...]
El diablo vino para matar, robar y destruir, pero el Señor Jesús vino para darnos vida y abundancia (Jn. 10:10) por ello el cristiano debe ser rescatado de la vana manera de vivir que heredó de sus padres (1 P. 1:18); asimismo debe luchar, combatir y destruir aquellas cosas que no dejan que su alma prospere (3 Jn. 1:2) y le están estorbando, privando o robando las bendiciones espirituales y materiales que el Señor le ha heredado.
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