Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios.
GÁLATAS 5:19-21 RV-1909
La Biblia deja ver que cuando el cristiano experimenta el nuevo nacimiento, entre los muchos milagros que el Señor hace en nuestra vida y los muchos regalos que nos obse-quia; nuestro espíritu resucita cuando recibe al espíritu de Cristo y a partir de allí debe seguir siendo liberado, restaurado, ministrado, lleno y guiado por el Espíritu Santo; sin embargo aún sigue activa la carne.
El creyente debe avanzar en su crecimiento espiritual; debe sembrar para el Espíritu (Gá. 6:8), ser bautizado1, lleno y andar en el Espíritu para poder producir su fruto2 (Gá. 5:22) y ser espiritual (1 Co. 3:1).
Además al creyente cada día se le presen-tan situaciones en las que debe tomar la decisión obedecer al Espíritu o a la carne (Gá. 6:8). Asimismo cuando el cristiano está creciendo espiritualmente se le presenta la lucha interna para no obedecer a la carne sino que obedecer al Espíritu de Dios (Ro. 7:18-25).
Sin embargo cuando el creyente no crece espiritualmente sino que permanece como niño, es carnal (1 Co. 3:1) y su comportamiento se caracteriza porque se ocupa de la carne (Ro. 8:5), practica las obras de la carne (Gá. 5:19-21) y, por ejemplo, es celoso, envidioso, contencio-so, disensioso y divisor (1 Co. 3:3; RV1909, PSH).
Veamos de forma breve algunos aspectos relacionados a los espirituales y los carnales:
DE manera que yo, hermanos, no pude hablaros como á espirituales, sino como á carnales, como á niños en Cristo. (1 Co. 3:1 RV-1909).
DE manera que yo, hermanos, no pude hablaros como á espirituales, sino como á carnales, como á niños en Cristo. (1 Co. 3:1 RV-1909).
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gá. 5:19-21 RV-1909).
La palabra "adulterio" se traduce del griego "moijeía", se deriva de "moijeúo"; y significa cometer adulterio1. Aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento.
El Señor Jesús explica que los adulterios salen del corazón (Mt. 15:19).
La palabra "fornicación" se traduce del griego "porneía" que significa: Inmoralidad sexual, fornicación, infidelidad; lascivia o cualquier pecado sexual1. Aparece 26 veces en el Nuevo Testamento.
El Señor Jesús explica que las fornicaciones salen del corazón (Mt. 15:19).
La fornicación también es de la tierra o terrenal (Col. 3:5); también es espiritual (Ap. 2:21) y se practica en las mezclas religiosas ecuménicas (Ap. 14:8; 18:3; 19:2).
La palabra "inmundicia" se traduce del griego "akatharsía" que significa: Impureza, suciedad, inmundicia, corrup-ción, depravación1. Aparece diez veces en el Nuevo Testamento.
Los significados del griego "akathar-sía" dejan ver que la inmundicia es todo aquello impuro, sucio, corrupto o deprava-do.
Otras versiones traducen "akatharsía" con otras palabras: Lascivia (RVG).
La inmundicia también es de la tierra o terrenal (Col. 3:5).
La palabra "disolución" se traduce del griego "asélgeia" que significa: Impudencia, descaro, grosería, desvergüenza, libertina-je, insolencia; disolución, lascivia, exceso, desenfreno, indecencia1. Aparece nueve veces en el Nuevo Testamento.
Los significados del griego "asélgeia" dejan ver que la disolución también es impudencia, descaro, grosería, desvergüen-za, libertinaje, insolencia; disolución, lasci-via, exceso, desenfreno e indecencia.
El Señor Jesús explica que las fornicaciones salen del corazón (Mr. 7:22); es una de las obras que hacen las personas que viven como de noche (Ro. 13:13); es la conducta de los habitantes de Sodoma y Gomorra (2 P. 2:7) y de los que convierten la gracia de Dios en disolución (Jud. 1:4).
El cristiano debe buscar el bautismo y la llenura del Espíritu Santo para no practicar las obras de la carne, pues esta quiere ponerlo en enemistad en contra de Dios (Ro. 8:7) y que no herede (Gá. 5:21).
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