El podcast de hoy está basado en la Primera Carta a los Corintios 10:16-17 (RV-1909): 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17 Porque un pan, es que muchos somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel un pan.
Escuchemos acerca de los propósitos de las bendiciones de Dios: para qué y cómo recibirlas:
Dios quiere bendecirnos, pero cada bendición que Él nos da tiene un propósito específico. No son regalos aleatorios, sino herramientas divinas para transformar nuestras vidas y cumplir Su voluntad.
Las bendiciones de Dios no son solo para nuestro disfrute momentáneo. Tienen objetivos claros que debemos comprender para no desperdiciarlas, como aquellas personas que reciben grandes herencias y en pocos años pierden todo.
Dios nos bendice para que maduremos espiritualmente y demos fruto en áreas donde aún somos inmaduros. Esto aplica a nuestro carácter, responsabilidad y relaciones. No debemos permanecer como "niños espirituales" añorando amores terrenales, sino crecer hacia la madurez en Cristo.
Dios transforma nuestra identidad. Donde antes había apodos o deshonra, Él establece un nombre respetable. Esto incluye restaurar roles familiares: que los hombres sean verdaderos padres y las mujeres madres responsables, no solo "amigos" de sus hijos.
Dios nos bendice para convertirnos en canales de bendición. En lugar de ser fuente de problemas o conflictos, debemos llegar a ser personas que dondequiera que vayan, dejen bendición a su paso.
Una de las bendiciones de Dios es llegar a la vejez con propósito y dignidad.
Dios bendice para darnos casa, sustento y un lugar donde congregarnos. Estas bendiciones materiales tienen el propósito de proveer estabilidad para nuestro desarrollo espiritual.
A los solteros, Dios les bendice con cónyuges piadosos, como hizo con Isaac y Rebeca a través de Eleazar.
Las bendiciones de Dios nos capacitan para poseer las puertas de nuestros enemigos, no para ser arrinconados por ellos.
Si no recibimos bendición de nuestros padres terrenales, Dios mismo suple esa falta bendiciéndonos directamente.
Dios bendice nuestro trabajo para que sembremos y cosechemos durante todo el año, no esporádicamente.
Cuando diezmamos, Dios abre las ventanas de los cielos y derrama bendición hasta que sobreabunde.
Participar de la comunión activa las bendiciones en nuestro espíritu y alma.
Deuteronomio 7:12 revela la fórmula:
Éxodo 23:25 promete bendición cuando servimos a Dios. Pero este servicio debe ser:
Dios no bendice caprichosamente. Cada bendición tiene un objetivo en nuestro crecimiento espiritual, nuestro carácter y nuestro impacto en el mundo. Cuando entendemos estos propósitos y activamos las bendiciones mediante la obediencia, el servicio y la comunión, experimentaremos la plenitud de lo que Dios tiene preparado para nosotros.
Iglesia de Cristo Ebenezer Villa Nueva, Ministerios Ebenezer
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