La Biblia enseña que el ser humano está integrado con espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23); por lo que cuando la persona muere su ser se desintegra y su cuerpo, alma y espíritu habitan temporalmente en lugares intermedios a la espera de que en la consumación de los eventos descritos en Apocalipsis se le envíe al lugar en donde morará eternamente. El lugar en el que cada quien morará eternamente depende de sí la persona recibió o no el sacrificio expiatorio de Jesucristo para ser salvo.Entendemos en las Escrituras que en el final de los tiempos cada ser humano será juzgado según haya recibido el sacrificio expiatorio de Jesucristo para ser salvo o no; los que sí lo recibieron tendrán vida eterna y los que rehusaron recibirlo tendrán condenación eterna. (Dn. 12:2; Ap. 20:12-15).En el juicio final cada persona será integrada en su espíritu, alma y cuerpo; los salvos recibirán [ ]
La Biblia enseña que el ser humano está integrado con espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23); por lo que cuando la persona muere su ser se desintegra y su cuerpo, alma y espíritu habitan temporalmente en lugares intermedios a la espera de que en la consumación de los eventos descritos en Apocalipsis se le envíe al lugar en donde morará eternamente. El lugar en el que cada quien morará eternamente depende de sí la persona recibió o no el sacrificio expiatorio de Jesucristo para ser salvo.Entendemos en las Escrituras que en el final de los tiempos cada ser humano será juzgado según haya recibido el sacrificio expiatorio de Jesucristo para ser salvo o no; los que sí lo recibieron tendrán vida eterna y los que rehusaron recibirlo tendrán condenación eterna. (Dn. 12:2; Ap. 20:12-15).En el juicio final cada persona será integrada en su espíritu, alma y cuerpo; los salvos recibirán [ ]