La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella.
PROVERBIOS 10:22
La Biblia indica que antes de que hagamos nuestras peticiones al Señor, Él ya conoce cada una de ellas (Mt. 6:7-8); es más, su deseo es que nosotros seamos prosperados en todas las cosas, así como prospera nuestra alma (3 Jn. 1:2); es decir que Él no desea que vivamos en pobreza sino que seamos enriquecidos en todas las cosas, según se indica en Proverbios 10:22.
Proverbios 10:22 indica claramente que es la bendición de Dios la que nos enriquecerá, por tal razón debemos conocer ese tipo de bendición y cómo alcanzarla, para ser enriquecidos en todas las cosas.
La palabra "bendición" indicada en Proverbios 10:22 se traduce del hebreo "berakah"1, por ello veremos en el Antiguo Testamento los versos en donde aparece dicha palabra y analizaremos las cosas que debemos hacer para ser prosperados.
Una de los aspectos con los que debemos cumplir para alcanzar la bendición de Dios, y por consiguiente ser enriquecidos, es diezmando (Ez. 44:30, Dt. 16:16). Es decir, dando la décima parte de todo lo que ganamos; veamos:
Esta expresión muestra que existía un lugar definido para dar los diezmos al Señor. Esto nos enseña que el diezmo no se debe repartir al antojo de la oveja, sino entregarlo en el lugar en donde el Señor ha establecido, esto es en el lugar en donde cada quien se congrega. No como personas que asisten a una iglesia y dan el diezmo en otra, eso está mal. Esto lo vemos respaldado en Deuteronomio 14:22 al 23.
Una de las consecuencias de diezmar es que habrá alimento en la casa del Señor. Esto es muy importante porque hay lugares, personas y/o congregaciones que no diezman y el ministro debe trabajar en lo secular y como consecuencia puede haber escasez del alimento espiritual. Por eso hay ovejas y/o congregaciones débiles, porque no diezman.
Una de las consecuencias o beneficios de diezmar es que Dios abre las ventanas de los cielos, es decir que Dios hará lo que sea necesario para bendecirnos y que su bendición sobreabunde sobre nosotros.
En 2 Reyes 7:1 al 20, encontramos un ejemplo de cómo Dios abrió las ventanas de los cielos para proveerle a su pueblo.
Debemos comprender que Dios es quien reprende al devorador después que hemos diezmado. Por ello hay quienes están viviendo escasez económica, enfermedades, deudas, etc. y oran, ayunan y/o reprenden al devorador pero no diezman, y el devorador no se aparta.
En Hebreos 7:1 al 7 leemos que Abraham le dio el diezmo a Melquisedec, y éste lo bendijo, porque el mayor bendice al menor; esto nos enseña que diezmar es una señal de que se reconoce autoridad; en otras palabras, la obediencia y sujeción de las ovejas se puede ver en su fidelidad de dar el diezmo.
En cuanto a cómo se debe dar el diezmo, la Biblia nos muestra tres personajes que diezmaron y que nos hablan de tres diferentes actitudes con las que el cristiano puede dar su diezmo, hoy día.
Antes de la ley, es decir por amor. La Biblia indica que Abram diezmo voluntariamente a Melquisedec (Gn. 14:18-20), y es interesante notar que eso fue antes que existiera la ley mosaica, en donde se indicaba que se debía diezmar. Esto nos enseña que, como hijos de Abraham, debemos dar el diezmo voluntariamente al Señor, por amor.
Porque lo establece la ley. Deuteronomio 14:23 (LXX), indica que estaba establecido en la ley que el pueblo debía dar el diezmo al Señor. Ese mandato era de cumplimiento obligatorio, no optativo, de manera que si alguien no lo cumplía se hacía trasgresor de toda la ley. Esto nos habla de personas que diezman por obligación, porque así está escrito y se tiene que cumplir, pero no voluntariamente, ni por gratitud; y por ello no reciben sus beneficios.
Por interés. Génesis 28:18 al 22 nos muestra el ejemplo de Jacob, que es el más indicado para referirse a las personas que diezman por interés, porque piensan de que si diezman determinada cantidad, Dios tendrá que devolverles el doble o más. Cabe indicar que lamentablemente en este tiempo hay personas, ministros, medios de comunicación y más que se dedican a proclamar que el pueblo de Dios debe dar y para que reciba multiplicado, y crean un interés mezquino en el corazón de las personas porque se les enseña a dar con el propósito de recibir y no a dar por amor.
La versión Reina Valera 1960 traduce el mismo verso así: "El hombre de verdad tendrá muchas bendiciones; más el que se apresura a enriquecerse no será sin culpa".
Estas dos traducciones nos muestran por lo menos dos de las características de las personas que reciben la bendición de Dios y por ello son enriquecidos:
La fidelidad es una virtud muy amplia, porque debemos ser fieles a Dios, a nosotros mismos, a nuestro cónyuge, hijos, amigos, congregación, etc.
En primer lugar debemos ser fieles al Señor amándolo, honrándolo, respetándolo, obedeciéndole, etc. (Nm. 11:4-6). En Números 11:4 al 6, vemos cómo Israel fue infiel, lo que nos muestra actitudes o características que no debemos hacer para no ser infieles. A pesar de que el Señor había sacado a Israel de Egipto y les había dado pan del cielo, ellos seguían anhelando los ajos, cebollas, pescados y melones de Egipto. Esto nos habla de personas que ya nacieron de nuevo, están en el proceso de restauración y liberación, han comido de la Palabra, han visto milagros de parte del Señor, pero aún anhelan y desean la vida que tenían antes de conocer al Señor... y eso es infidelidad.
Debemos ser fieles en administrar los dones, talentos y/o privilegio que el Señor nos ha dado (Mt. 25:21, 23 LBLA). Es decir que debemos esforzarnos y ser diligentes en cumplir el trabajo que se nos a asignado en la obra de Dios, haciéndolo con gozo y alegría, no importando el que sea, toda vez sea para el Señor debemos hacerlo bien.
Puede ser que de acuerdo a nuestros conceptos o los de otros, los dones, talentos y/o privilegio que ejercemos en la congregación sea muy pequeño o muy poco, pero eso no es así ante Dios, porque Él desea que en ello mostremos interés, diligencia, gozo y fidelidad para hacerlo con excelencia, porque es para Él (Lc. 16:10; 19:17 LBLA; He. 3:5-6).
En este sentido, las personas que no realizan o administran con gozo, diligencia, constancia, gratitud, excelencia y fidelidad los dones, talentos y/o privilegio que el Señor les ha dado, son infieles. En otras palabras, son personas que realizan su privilegio renegando, lo realizan por obligación, a medias y por ello son infieles en la Obra de Dios y su infidelidad no les permite obtener la bendición de Dios para ser enriquecidos (Mt. 25:24-30).
En un sentido más práctico, quienes nos hemos unido en matrimonio debemos ser fieles a nuestro cónyuge en todo. Debemos ser fieles en la provisión material para nuestra familia, es decir trabajar para llevar el sustento que necesita nuestro cónyuge e hijos. (1 Ti. 5:8 LBLA). La traducción de la Reina Valera 2000 es interesante porque muestra que la provisión no solamente es para el aspecto material, sino también en amor, afecto, atención, comprensión, corrección y cuidado que se le debe dar a la familia. Esto es importante porque hay quienes piensan que proveyendo únicamente lo material cumplen con lo que Dios indica, pero no es así, porque también se debe proveer para las necesidades del alma de la familia. En resumen, la provisión debe ser para el cuerpo, para el alma y para el espíritu. Los jóvenes incluso deben ser fieles a su futuro cónyuge, guardando su corazón, alma y cuerpo para la persona que el Señor tiene para ellos para el matrimonio.
La verdad más que un concepto es una persona, porque el Señor dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí." (Jn. 14:6), Él es la verdad absoluta. Así como el Señor es la Verdad, nosotros debemos ser personas de verdad.
Sobre el cristiano que habla siempre la verdad Dios envía la bendición berakah para prosperarlo; es decir, sobre el que no miente, no da malos reportes de Dios o de los hermanos (Pr. 8:6-7; Nm. 13:27-33), sobre el que no dice "el Señor dice o me dijo", cuando el Señor no dice ni le ha dicho nada (Ez. 13:3-10).
Adicionalmente a hablar la verdad, debemos andar en verdad (Sal. 86:11 LBLA). Esto tiene varias proyecciones, por ejemplo, no aparentar lo que no somos, sino tener un justo juicio de nosotros mismo (Ro. 12:3-5). Por ejemplo, algunos aparentan ser muy espirituales (Mt. 6:16 BL1995), otros llegan tarde al trabajo y aparenta estar enfermos para justificar su tardanza.
Dios desea que seamos enriquecidos en todas las cosas, porque para ello el Señor Jesús se hizo pobre para que nosotros seamos ricos. Por ello debemos diezmar, ser fieles y ser personas de verdad. para poder recibir la bendición berakah, que enriquece.
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