POR lo cual, hermanos santos, participantes de una vocación celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Jesús; el cual era fiel al que le había constituído, así como lo era Moisés también en toda la casa del Señor. Porque aquél fué reputado digno de tanta mayor gloria que Moisés, cuando tiene mayor honra que la casa el que la edificó: porque toda casa es edificada por algún hombre, mas el que edificó todas las cosas es Dios.
HEBREOS 3:1-4 VM
La Biblia nos enseña en Efesios 4:8-11 que después de que el Señor Jesucristo resucitó, subió a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio domas1 o dones a la Iglesia en forma de hombres; esos domas son los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
La carta a los Efesios establece que los cinco domas siguen vigentes y activos hasta que todos en la iglesia lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto y a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Ef. 4:13 RV1960).
Antes de que el Señor Jesús le diera a la Iglesia los cinco domas, Él los utilizó para realizar su ministerio terrenal y establecer las bases principales o cimientos de cómo los ministros deben realizar la obra de Dios; porque en tiempos de confusión con mayor necesidad debemos volver nuestra mirada hacia Dios y su Palabra para no ser engañados.
En la carta a los Hebreos 3:11 vemos, por ejemplo, que Jesús es Apóstol y Sumo Sacerdote; es decir que tuvo y tiene el doma o ministerio apostólico que inicia en el Nuevo Testamento y el oficio de Sumo Sacerdote que corresponde al Antiguo Testamento.
Veamos algunas otras enseñanzas de los cinco ministerios en nuestro Señor y salvador Jesús:
POR lo cual, hermanos santos, participantes de una vocación celestial, considerad al Apóstol1 y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Jesús. (He. 3:1 VM)
El Padre envió a Jesús para que buscara y salvara primeramente a las ovejas perdidas de Israel. (Ro. 1:16)
En el pasajes de Lucas vemos que el Padre ungió con el Espíritu Santo a Jesús y lo envió con cinco misiones:
[...]
El Padre envió a Jesús para salvar al mundo, por eso ofreció su vida en sacrificio y llevó los pecados del mundo para que todo el que cree en Él sea salvo. (Jn. 3:16-17).
Jesús le dijo: —Vé, llama a tu marido y ven acá. Respondió la mujer y le dijo: —No tengo marido. Le dijo Jesús: —Bien has dicho: "No tengo marido"; porque cinco maridos has tenido, y el que tienes ahora no es tu marido. Esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: —Señor, veo que tú eres profeta1. (Jn. 4:16-19 RVA).
Jesús como profeta le declaró a la mujer samaritana su vida pasada y su situación presente; asimismo le corrigió doctrina que ella tenía acerca de la adoración a Dios y se manifestó a ella como el Mesías que había venido.
El Señor Jesús enseñaba con sabiduría la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos y hacía maravillas entre el pueblo, sin embargo en Nazaret no hizo muchos milagros1 a causa de la incredulidad de las personas.
Vemos en el pasaje de Lucas que Jesús como profeta se dedicó a echar fuera de la gente demonios y hacía sanidades en el pueblo; asimismo le anunció a Jesuralém que quedaría desierta, es decir sin la visitación de Dios, y no verán al Señor hasta que digan: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mt. 4:17)
El ministerio del Señor como evangelista estuvo acompañado de milagros que hizo en el cuerpo de los que lo seguían porque sanó a ciegos, cojos y sordos; limpió a leprosos y resucitó muertos.
En su ministerio de evangelista el Señor hizo milagros que beneficiaron el alma y espíritu de los que le seguían; porque predicó el evangelio, sanó a los quebrantados de corazón; predicó libertad a los cautivos, devolvió la vista a los ciegos, puso3 en libertad a los oprimidos y quebrantados y proclamó el año favorable del Señor.
El ministerio evangelista del Señor Jesús también se caracterizó porque además de predicarles el evangelio del reino de Dios, echó fuera demonios de las personas y las sanó de espíritus malos.
Yo soy el buen pastor1; el buen pastor su vida da por las ovejas. […] Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.
El ejemplo de la oveja que cae en algún hoyo, fosa1 o pozo2 del que se le debe levantar, nos habla de que el Señor Jesús como pastor se dedicó a levantar a las ovejas que habían caído en hoyos, fosas o pozos espirituales de los que no podían salir solos (Sal. 40:2; 55:23; Pr. 23:27).
El pasaje de Mateo 15 nos enseña que Jesús en su ministerio de pastor cuidó del espíritu, alma y cuerpo de sus ovejas, de manera que cuando fue necesario liberó a quienes eran atormentadas por demonios.
De la parábola de la oveja perdida vemos la diligencia del Señor Jesús para cuidar y conocer a cada una de sus ovejas; porque la parábola nos muestra que a pesar de que 99 de sus ovejas estaban bien, cuando vio que una había sido engañada, se había descarriado1 y andaba errante, Él fue a buscarla por los montes hasta que la encontró y la llevó de regreso al rebaño; de hecho solamente se perdió el hijo de perdición. (Jn. 17:12).
Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y tenéis razón, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os lavé los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
En el verso 2 leemos "Y abriendo su boca, les enseñaba13, diciendo"; lo que nos enseña que el Señor Jesús como maestro abría su boca y enseñaba la Palabra de Dios bendiciendo1 al pueblo y a sus discípulos, es decir que no utilizaba la Palabra para condenar ni maldecir al pueblo.
En el verso 29 leemos "porque les enseñaba13 como uno que tiene autoridad, y no como sus escribas."; es decir que el Señor enseñaba la Palabra y la sana doctrina con autoridad1, libertad, poder, autoridad y correctamente, es decir de acuerdo y apegado a lo que estaba escrito en la ley, salmos y profetas. (Lc. 24:44).
En los versos citados vemos que el Señor como maestro hizo muchos discípulos; esto nos enseña que los verdaderos maestros deben hacer discípulos para Jesucristo, no para sí mismos; asimismo deben enseñar la sana doctrina y no su propias doctrinas.
Debemos prestar atención al hecho de que el Señor como maestro también echó fuera a los espíritus inmundos que atormentaban a las personas.
La Biblia nos enseña que en el Señor Jesús habitó la plenitud de la divinidad de Dios (Col. 1:19; 2:9); por ello vimos que en Él se manifestaron los cinco ministerios para hacer la obra que el Padre le encomendó.
Asimismo vemos que el Señor Jesús en los cinco ministerios porque en Él se debían de manifestar de primero (Col. 1:18)
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