Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios. Porque está escrito: DESTRUIRE LA SABIDURIA DE LOS SABIOS, Y EL ENTENDIMIENTO DE LOS INTELIGENTES DESECHARE.
1 CORINTIOS 1:18-19
La Biblia muestra varios versos en donde aparece la palabra "cruz"; al estudiar dichos versos encontramos tremendas e importantes enseñanzas que nos ayudan a comprender los beneficios del sacrificio de Jesucristo e incluso nos muestran el proceso que cada cristiano debe vivir para morir a sí mismo.
Al igual que en el tiempo pasado, en este tiempo hablar de la cruz de Jesucristo para algunos representa una locura, a otros debilidad y a otros tontería; ese tipo de criterios son característicos de los que se pierden; sin embargo para los que somos hijos de Dios, el mensaje de la cruz es poder de Dios (1 Co. 1:18).
Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios. Porque está escrito: DESTRUIRE LA SABIDURIA DE LOS SABIOS, Y EL ENTENDIMIENTO DE LOS INTELIGENTES DESECHARE. (1 Co. 1:18-19 LBLA)
El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. (Mt. 10:37-38 RV-SBT)
Esto nos habla del amor que está mal canalizado o distribuido, porque el cristiano ama más que al Señor a sus padres, esposa, hijos o hermanos, lo cual no le permite ser digno de Él. El orden en que debemos amar es: Dios, cónyuge, hijos, padres, hermanos, demás familia y hermanos en la fe.
Esto muestra cómo la cruz es un factor que define a la persona en su relación con Jesucristo. Adicionalmente, en el texto paralelo de Lucas 9:23 leemos "Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame."
Los versos citados nos hablan de tres acciones que debemos hacer para ser dignos del Señor:
i. Negarnos a nosotros mismos
Así como Jesucristo cuando oró en el Getzemaní se negó a sí mismo para hacer la voluntad del Padre y agradarlo (Mt. 26:39-44), nosotros mayormente debemos negarnos a nosotros mismos para hacer la voluntad del Padre, es decir, debemos dejar de hacer las cosas que nos agradan a nosotros pero no agradan al Padre.
ii. Tomar nuestra cruz "cada día"
Debemos tomar nuestra propia cruz, pero no de vez en cuando, ni cada domingo, sino cada día. Antiguamente las personas llevaban su cruz, por lo menos, por las siguientes razones: Eran culpables de algún delito; en nuestro caso, debemos reconocer que somos pecadores (Mt. 9:13), y que sin la ayuda del Señor no podemos hacer nada. Iban a morir; al llevar nuestra cruz es para morir a nosotros mismos, para que se cumpla el verso que dice "Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí" (Gá. 2:20).
iii. Seguir en pos del Señor
No solamente debemos negarnos a nosotros mismos y tomar la cruz, también debemos seguir en pos del Señor Jesús. Seguir a Jesús implica que vamos a vivir de acuerdo a lo que Él, su Palabra y el Espíritu Santo nos indican. Seguir en pos del Señor es determinante, porque hoy en día en el mundo hay corrientes religiosas y filosóficas en donde las personas tienen la fuerza de voluntad para negarse a sí mismos e incluso están dispuestos a sufrir y castigarse a sí mismos, pero no están dispuestos a seguir al Señor Jesús.
En el Antiguo Pacto era maldición que alguien muriera en algún madero (Dt. 21:23), por ello cuando Jesucristo murió en la cruz, llevó las maldiciones, juicios y castigos (Gá. 3:13), para que por medio de Él ya no vivamos bajo maldiciones, sino en la novedad de vida que Él nos ha dado.
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