Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.
MALAQUÍAS 3:10-11
La Biblia muestra que el diezmo es uno de los mandamiento que está vigente en el sacerdocio de Melquisedec y que quedó vigente de la época del Padre hacia la época del Espíritu Santo, es decir al tiempo de la gracia; sin embargo el diezmo es uno de los temas que causa algún tipo de discusión y confusión porque algunas personas enseñan que en este tiempo ya no está vigente pues es un mandamiento para el Antiguo Testamento.
El diezmo es la décima parte de un todo; se traduce de la palabra hebrea ma’aser1 que significa: Décimo, décima parte; asimismo diezmar se traduce del hebreo ‘asar que es un verbo que significa: Acumular; dar una décima parte, tomar una décima parte, dar el diezmo, recibir el diezmo2; además la palabra diezmo se traduce del griego dekate que significa: Décimo, décima parte3; y la palabra diezmar se traduce de apodekatoō que significa: Pagar el diezmo de alguna cosa, dar el diezmo, llevar el diezmo, apartar el diezmo4; y de dekatoō que significa: Diezmo, dar o tomar el diezmo; pagar (recibir) diezmos5.
Cuando el Señor le repartió la tierra prometida a Israel le dio a cada tribu su porción, pero a la tribu de Leví no le dio porque ellos le servían a Él y estaban dedicados al servicio del tabernáculo; por ello todo el pueblo debía darle el diezmo a los levitas.
Dios estableció en el Antiguo Testamento que el diezmo del ganado vacuno, del rebaño y del fruto del campo le pertenecía a Él (Lv. 27:32; Dt. 14:22).
Asimismo el pueblo debía diezmar fielmente de todo sus bienes, del producto de su sementera y de lo que rendía su campo cada año.
Veamos algunos aspectos importantes acerca del diezmo:
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo. (Gn. 14:18-20 RV-1960)
El primer hombre que aparece en la Biblia que diezmó fue Abram, quien le dio el diezmo de todo a Melquisedec.
Es muy importante tomar en cuenta que cuando Abram diezmó aún no estaba la ley escrita porque sería cuatro generaciones después que Dios por medio de Moisés la daría para Israel.
Esto nos enseña que el mandamiento de darle el diezmo al Señor está vigente en el sacerdocio eterno y por ello fue que Abram le dio el diezmo a Melquisedec.
En Abram vemos varias actitudes buenas para para darle el diezmo al Señor:
i. Tiene un encuentro con Melquisedec, Génesis 14:18
El Hijo se le manifestó a Abram en una Cristofanía como Melquisedec1. Esto nos enseña que ahora los llamados a dar el diezmo son aquellos que han tenido un encuentro personal con el Señor Jesucristo.
ii. Tomó pan y vino, Génesis 14:18
El pan y el vino representan la Santa Cena; adicionalmente en Lucas 24:30-31 vemos que cuando el Señor Jesucristo resucitó se le apareció a sus discípulos, partió el pan y a ellos les fueron abiertos los ojos.
Esto quiere decir que Abram tuvo revelación de parte de Dios y a través del pan y del vino se le abrieron los ojos para reconocer la grandeza del Hijo de Dios.
iii. Recibió la bendición, Génesis 14:19
Después de que Abram vio a Melquisedec y de que participó del pan y del vino recibió la bendición que le dio el sacerdote del Dios Altísimo.
iv. Abram diezma, Génesis 14:20
Es interesante ver que el hecho de que Abram diezmara fue una actitud de gratitud por la bendición que Dios le había dado.
También es importante ver que Abram le dio el diezmo a uno que era mayor que él. Esto nos enseña que debemos de darle el diezmo a una autoridad espiritual mayor que nosotros, porque de esta manera estamos reconociendo su autoridad sobre nuestra vida.
Jacob también hizo un voto diciendo: —Si Dios está conmigo y me guarda en este viaje que realizo, si me da pan para comer y vestido para vestir, y yo vuelvo en paz a la casa de mi padre, Jehovah será mi Dios. Esta piedra que he puesto como memorial será una casa de Dios, y de todo lo que me des, sin falta apartaré el diezmo para ti. (Gn. 28:20-22 RVA)
Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. (Lv. 27:30 RV-1960)
Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Les dijo Jesús: Si fuerais hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. (Jn. 8:39 RV-SBT)
Cuando le damos al Señor, Él nos ve primero a nosotros y luego lo que damos; por eso necesitamos hacer justicia en nuestra familia y con los que tenemos a cargo; no debemos hacer ni permitir injusticias porque no le agrada a Dios y si lo hemos hecho debemos corregirlo.
Los fariseos le daban mayor fuerza a sus tradiciones y decían que cualquiera que apartara algo para “el Señor” y por ello no podía ayudar a sus padres hacia bien, pero con ello anulaban el mandamiento de honrar a los padres; por eso el Señor Jesús les indicó que estaban actuando mal porque eso no era lo que Dios había establecido (Mt. 15:4-9).
En Hebreos 11:6 leemos que debemos acercarnos a Dios con fe porque El es galardonador de los que le buscan.
Cuando cumplimos estos puntos y llevamos nuestros diezmos a la casa de Dios con gozo y no por obligación ni con tristeza, el Señor ser agrada de nosotros y también de lo que llevamos.
No haréis así a Jehová vuestro Dios, sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas. (Dt. 12:4-6 RV1960)
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. (Mal. 3:10-11 RV1960)
Como consecuencia de que cumplamos dando fielmente los diezmos, Dios enviará su bendita Palabra a nuestra congregación y a nuestra vida.
A consecuencia de diezmar Dios derramará sobreabundantes bendiciones a nuestro espíritu, alma y cuerpo.
Hay personas que se esfuerzan trabajando diligentemente y no les abunda el dinero, pero cuando nosotros cumplimos con darle el diezmo al Señor, Él reprende al devorador por nosotros.
Seremos fructíferos en nuestro espíritu, alma y cuerpo para el Señor; y no nos hará falta el gozo, la alegría ni la felicidad (Sal. 23:6 TBB).
Cuando diezmamos somos tres veces dichosos porque la bendición de Dios está sobre nuestra vida, familia e Iglesia.
Cuando diezmamos estamos reconociendo y sometiéndonos a la autoridad de Dios en el ministro a que Él ha delegado.
Cuando diezmamos aprendemos el temor de Jehová para aborrecer el mal (Pr. 8:13) y para permanece en el Señor.
Debemos diezmar y ofrendar en el lugar donde nos congregamos y donde recibimos el alimento espiritual, porque además es señal de que reconocemos cobertura y de sujeción.
Cuando diezmamos participamos en la expansión del evangelio del Reino y el Señor nos bendice espiritual y materialmente (2 Co. 9:8-14); asimismo dar para la obra de Dios se convierte en un círculo virtuoso en donde somos enriquecidos en el espíritu y como consecuencia prosperamos materialmente para dar con liberalidad a la obra de Dios y en consecuencia somos sobreabundado para seguir dando.
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