Por tanto, dejando los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección, no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas y de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, y de la imposición de manos, y de la resurrección de los muertos, y del juicio eterno.
Por tanto, id y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
HEBREOS 6:1-2; MATEO 28:19
La Biblia muestra que en el Antiguo Testamento el Señor le dio a Israel una serie de mandamientos para que vivieran de acuerdo a ellos; pero en el Nuevo Testamento el Señor ha dado solamente dos ordenanzas para su pueblo: La cena del Señor y el bautismo
en agua.
Cuando recibimos a Jesucristo en nuestro corazón, nuestro espíritu nació de nuevo, posteriormente cuando nos bautizamos en agua nuestra alma nació de nuevo (Ef. 2:1-2; Ro. 6:1-11) y posteriormente en la transformación o en la resurrección, nuestro cuerpo nacerá de nuevo cuando sea transformado en un cuerpo incorruptible (1 Co. 15:51-52).
Ahora bien cuando el creyente no se bautiza las ataduras que le colocaron antes del nuevo nacimiento permanecen en él y por ello no puede dejar de cometer pecado.
El Señor Jesús dio el mandamiento de ir a las naciones y hacer discípulos y como punto de partida para dicho propósito indicó que debemos bautizar a las personas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt. 28:20), asimismo indicó la importancia de que la persona sea bautizada en agua (Mr. 16:16).
La cartas a los Hebreos y a los Efesios muestran que hay un solo bautismo con siete facetas1 (Ef. 4:5; He. 6:2) en las que los cristianos deben ser sumergidos para que Dios haga la obra de regeneración y limpieza en ellos hasta formar la imagen de su Hijo (Ro. 8:29; 2 Co. 3:18).
Veamos algunos aspectos importantes y algunos de los beneficios del bautismo en agua:
Por tanto, id y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mt. 28:19 RV-SBT)
Entonces Felipe, abriendo su boca y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierto lugar donde había agua; y dijo el eunuco: Mira, aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó. (Hch. 8:35-38 RV-SBT)
Por tanto, id y enseñad a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. (Mt. 28:19 RV-SBt)
Y mandó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedara por algunos días. (Hch. 10:48 RV-SBt)
¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque hemos sido sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección. (Ro. 6:3-5 RV-SBT)
Y Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. (Hch. 2:38 RV-SBT)
Sabemos que toda persona sin Jesucristo es esclava del pecado y no puede dejar de pecar porque ha dado sus miembros como instrumentos al pecado, impureza e iniquidad (Ro. 6:12-19).
Cuando la persona le entrega su vida a Jesucristo pasa de muerte a vida y empieza el proceso de liberación y restauración en el que debe dar sus miembros a Dios como instrumentos de justicia. En ese proceso ocurren batallas internas en el creyente, porque la nueva naturaleza quiere dejar de pecar para agradar a Dios, pero la vieja naturaleza sigue activa y lo lleva a cometer pecado y a hacer lo que no le agrada a Dios (Ro. 7:15-24). Esto ocurre porque cuando el creyente no se ha bautizado el cuerpo de pecado sigue activo como una fabrica hecha para pecar.
Ahora bien cuando el creyente es bautizado, entonces su viejo hombre es crucificado y el cuerpo de pecado es debilitado, inutilizado; es reducido a la inactividad a ineficacia y a la impotencia, y además es desactivado1 para que ya no seamos esclavos del pecado2 y para que la fabrica del pecado que tiene en su vida sea clausurada.
La conciencia es el proceso de pensamiento que distingue lo que considera moralmente bueno o malo, alabando lo bueno, condenando lo malo, y así impulsando a hacer lo bueno y a evitar lo malo1 (Ro. 2:15).
Ahora bien sabemos que cuando la persona no ha nacido de nuevo su conciencia es mala y corrupta a causa del pecado, pues ya no la redarguye cuando peca y tampoco lo impulsa a hacer lo bueno (1 Co. 8:7, 10, 12).
Es después del nuevo nacimiento que la conciencia de la persona es rehabilitada para distinguir entre lo bueno y lo malo2, y es en el bautismo en agua cuando el creyente obtiene una buena conciencia que lo impulsa a elegir lo bueno y agradable a Dios y a condenar lo que es malo (Ro. 2:15).
La Biblia indica que Israel estuvo más de 400 años cautivo en Egipto siendo gobernado y esclavizado por Faraón; después de esos años Dios envió a Moisés para sacarlo y liberarlo pasando por el Mar Rojo, luego por el río Jordán y al final introducirlo en Canaán.
Ahora bien sabemos que Egipto representa al mundo y su sistema; Faraón representa al Diablo; el paso de Israel por el Mar Rojo representa el bautismo en agua, el paso de Israel por el río Jordán representa el bautismo en el Espíritu Santo y la conquista de Canaán representa la vida en abundancia.
Es decir que a pesar de que Israel era el pueblo de Dios, mientras estaba en Egipto vivía bajo el dominio de Faraón; lo que nos enseña que todas los creyentes que aún no han sido bautizados en agua están viviendo bajo el dominio y el gobierno del diablo. Por ello es sumamente necesario que cada creyente sea bautizado inmediatamente después de abrirle su corazón al Señor Jesús.
El Señor Jesucristo le dio la instrucción a los apóstoles de hacer discípulos en todas las naciones; es decir que no les dio la instrucción de hacer creyentes, sino discípulos. Veamos algunas características de los discípulos:
i. Nacen de nuevo, Marcos 16:15-16; Mateo 28:19-20.
ii. Son bautizados en agua, Juan 4:1-2.
iii. Aman al Señor más que al padre, madre, mujer, hijos, hermanos, hermanas y hasta su propia vida; Lucas 14:25-33.
iv. Cargan su propia cruz y van en pos del Señor, Lucas 14:27.
v. Renuncian a todas las posesiones, Lucas 14:33.
vi. Permanecen en la Palabra, conocen la verdad y son liberados, Juan 8:31-32.
vii. Se aman unos a otros, Juan 13:33-35.
viii. Llevan mucho fruto, Juan 15:5-8.
Como vimos, el bautismo en agua es uno de los requisitos que cumple el discípulo del Jesucristo; por eso la Biblia indica que la senda del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto (Pr. 4:18); porque describe el proceso en el que cada creyente debe avanzar en el Evangelio.
Otro de los beneficios del bautismo en agua es que si el creyente muere será resucitado para ser transformado al momento del regreso del Señor Jesús por su Novia.
En 1 Corintios 15:35 al 44 leemos que en la resurrección los cristianos que resuciten tendrán un cuerpo espiritual.
Ahora bien aquellos creyentes que antes de morir tuvieron la oportunidad de bautizarse, pero no lo hicieron no podrán resucitar en el día final (Jn. 11:24).
Es necesario que todos los creyentes inmediatamente después de nacer de nuevo sean bautizados en agua, así como Felipe bautizó el eunuco y como Pedro bautizó a los creyentes de Jope (Hch. 10:32-48), porque además de los beneficios que obtenemos le mostramos nuestro amor y obediencia al Padre.
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